A 44 años del robo de obras de arte más importante de la historia argentina

En la planta baja del Museo Nacional de Bellas Artes se encuentran las 3 obras que se recuperaron de todas las robadas. Son “Retrato de una mujer”, de Renoir, “El llamado”, de Gauguin, y “Recodo del camino”, de Cézanne.

En la Navidad de 1980 se produjo en Argentina uno de los robos de museos más renombrados del arte latinoamericano. Tuvo lugar en el Museo Nacional de Bellas Artes y los ladrones se hicieron con un botín por entonces valuado en unos 20 millones de dólares, que incluía pinturas de Matisse, Renoir, Gauguin y Cézanne. A 44 años de los acontecimientos, se desconoce quiénes fueron los autores del hurto y cuál es el paradero de la mayoría de las obras en cuestión.

Una Navidad particular

Durante la noche del 25 de diciembre de 1980, en el Museo Nacional de Bellas Artes había solo 2 personas: el sereno Eusebio Eguía y el bombero de la Policía Federal Anselmo Ceballos. 

Eran los responsables de cuidar el Museo durante el turno noche. Tras cenar, brindaron por las fiestas y luego se fueron a dormir, previo recorrido por las instalaciones para comprobar que todo estuviese en orden. 

Hacia las 4 de la mañana, Eguía se despertó al sentir un fuerte olor a quemado. Descubrió que el humo provenía de la sala Mercedes Santamarina y fue a llamar a su compañero. Ambos notaron que el lugar no estaba en llamas y dieron aviso a sus superiores antes de poder precisar cuáles eran los objetos que faltaban.

Un botín de 20 millones de dólares

La sala que contenía la Colección Mercedes Santamarina era un caos. Las vitrinas estaban destrozadas y vacías. También había marcos de pinturas huecos y tirados en el piso.

Durante las primeras horas del 26 de diciembre, se descubrió que los ladrones habían robado 16 pinturas impresionistas de autores como Matisse, Renoir, Gauguin y Cézanne. Y objetos decorativos chinos hechos de porcelana y jade.

También faltaban 2 obras que no formaban parte de la Colección Mercedes Santamarina: una del argentino Valentín Thibon y otra del uruguayo Juan Manuel Blanes. 

El botín fue cuantioso. Se dio a conocer que las obras robadas cotizaban entonces un total de 20 millones de dólares. Las primeras conclusiones indicaron que los ladrones conocían a la perfección el Museo y que sabían muy bien cómo entrar y salir y moverse dentro de él.

Tortura, miedo y misterio

Rápidamente se dio a conocer que los ladrones entraron y salieron del Museo por el techo, valiéndose de andamios y estructuras que estaban allí debido a que en el primer piso se estaban realizando reformas.

En el recinto no había alarmas y las condiciones de seguridad eran precarias. El humo fue generado por el fuego iniciado por los ladrones para derretir el acrílico que cubría los objetos robados.

Los primeros detenidos fueron Eguía y Ceballos. Eran tiempos de la dictadura cívico militar y ambos fueron torturados. También se le dio el mismo trato al encargado de la obra de refacción, a Horacio Mosquera, fotógrafo del Museo, y a Samuel Paz Pearson, el jefe de Servicios Públicos y responsable de obtener la donación por parte de Mercedes Santamarina.

Se cree que los torturados fueron más. Y que también se espió a los empleados del espacio cultural, que se pincharon sus teléfonos y que se creó un ambiente de terror y miedo.

Una hipótesis

La investigación oficial no llegó a ningún puerto y, tras la vuelta a la democracia, quedó en el olvido. Al menos, durante unas décadas.

El periodista Imanol Subiela Salvo investigó el caso para un artículo que fue publicado en 2020 en Gatopardo. Luego, profundizó su trabajo y editó el libro “Golpe en el museo”, el cual relata toda la historia del robo del Bellas Artes. 

En el mismo se encuentra que una de las hipótesis es que la propia dictadura estuvo involucrada en el robo a través de un grupo de tareas. Y que las obras apropiadas fueron entregadas en el mercado negro de Taiwán a cambio de armas que luego fueron utilizadas en la Guerra de Malvinas. 

Obras recuperadas

La hipótesis en cuestión fue investigada a comienzos de este siglo, cuando se reveló una trama compleja. 3 de las obras robadas aparecieron en París a partir de un músico taiwanés que intentó venderlas, diciendo que un tío suyo en Taiwán tenía 13 piezas más de las mismas características.

La trama incluye a Norberto Oyarbide, por entonces juez a cargo de la investigación, a Jorge Glusberg, por entonces director del Bellas Artes, a Pascal Lansberg, director de la galería que recibió la oferta de las obras, y a Julian Radcliffe, el fundador de Art Loss Register, entre otras personas. 

En 2005 y tras una serie de negociaciones, el Bellas Artes recuperó las 3 piezas mencionadas. Son obras de Gauguin, Renoir y Cézanne, y están exhibidas en la planta baja del Museo.

A 44 años del histórico robo, se desconoce el paradero de las otras obras y no se sabe quiénes fueron los responsables del hurto. Según Subiela Salvo, el miedo generado por la dictadura, el desinterés de los investigadores durante décadas posteriores y la propia burocracia del país son las principales explicaciones.

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