Dani Levinas llegó a tener junto a su esposa Mirella una colección compuesta por más de 800 obras de arte. Ambos recibieron el Premio al Coleccionismo por parte de la Fundación ARCO en 2020.
Para Guillermo Garat, la pérdida de Dani Levinas supone un duro golpe para el arte latinoamericano. Coleccionista de coleccionistas, construyó a lo largo de su vida una importante colección y también se consolidó como una autoridad en la materia. Pensaba que el acto de comprar obras era lo que mantenía en funcionamiento la industria del arte.
Una vida destinada al arte
Daniel Levinas nació en Buenos Aires en 1948. Lo hizo en el marco de una familia en la que el arte ocupaba un lugar central, casi vital. Su madre era diseñadora y pintora, y transmitió a cada uno de sus hijos la pasión por el quehacer artístico en sus diversas manifestaciones.
A los 17 años realizó su primer viaje por el extranjero. Visitó museos de Estados Unidos y países de Europa. También en su juventud dio inicio a una faceta que lo acompañaría por el resto de su vida, la de coleccionista.
Su hermano Gabriel Levinas dirigía una importante galería de Buenos Aires. Allí Daniel hizo sus primeras adquisiciones. Recuerda, entre varias, una pieza de Julio Le Parc y un dibujo y acuarela de Carlos Alonso.
Luego Dani comenzó a adquirir obras de distintas partes del mundo a medida que viajaba. En 1980 se instaló en Washington, Estados Unidos. Y amplió su colección con piezas de artistas de la ciudad.
La importancia de comprar arte
Guillermo Garat considera a Levinas como un “coleccionista de coleccionistas”. El especialista se refiere así al argentino por la dimensión de su colección y también porque fue una autoridad en la materia.
Dani consideraba que una colección es fiel reflejo del coleccionista siempre que este sea honesto consigo mismo. Decía que si el coleccionista compraba influenciado por modas y tendencias, la colección ya no era de él, sino que pasaba a ser otra cosa.
Se interesaba en la distinción entre los coleccionistas y las personas que compraban obras. Incluso diferenciaba entre los distintos tipos de compradores. Decía que algunos adquirían piezas solo con fines decorativos, para competir con otras personas, pensando en la fama de un artista e incluso especulando con el valor futuro de una obra.
Pero su visión era integral. Reconocía que todos, coleccionistas y compradores, colaboran para que el mercado del arte siga funcionando. Si las personas compran arte, toda la industria se beneficia. Los artistas, los curadores, los críticos, los aseguradores, los restauradores, los transportistas y muchos más.
La vitalidad de los libros
Levinas dedicó muchos años de su vida a estudiar y entrevistar a quienes coleccionaban con una perspectiva similar a la suya. Este trabajo dio sus frutos con “Los guardianes del arte”, libro que se volvió un éxito total a poco de su publicación.
El mismo recoge un total de 34 entrevistas a grandes figuras del coleccionismo contemporáneo. Cada personalidad presenta sus singularidades, pero todos coinciden en el hecho de no darle prioridad al valor económico de una obra al momento de comprar.
Guillermo Garat recuerda que para Dani los libros tenían un valor especial. Explica que el propio Levinas invitaba a coleccionar libros de arte. Y que este llegó a confesar que prefería sus libros a todas las piezas artísticas que poseía.
Durante su visita a Arte en Diálogo, lanzó una confesión que ahora, tras su muerte, adquiere un significado especial. Levinas dijo que, el día en que tuviese que partir, prefería hacerlo rodeado de los libros de su biblioteca y no de sus obras de arte.
Simplificar la vida
En diálogo con Lorena Pérez-Jácome y Javier Lumbreras, Dani compartió que un querido colega suyo le dijo una vez que en la vida hay un momento para comprar y otro para vender.
Pensaba que hay una instancia en la que se deben vender las posesiones para simplificar la vida. Y en eso estaba. Tras la pérdida de su esposa, se deshizo de su propiedad de Washington y de muchas obras que estaban en un depósito.
Había adquirido un espacio para mostrar gran parte de su colección en Madrid. Se encontraba en un estado óptimo de salud. Pero la muerte lo sorprendió. Tenía 75 años. A 1 año de su partida, su legado permanece vigente.