La exposición “Un posible jardín” fue inaugurada el 7 de noviembre y se podrá visitar hasta el 30 del mismo mes. Además de las obras de Javier Peláez, cuenta con una invitación especial: la del artista español Alain Urrutia.
Javier Peláez continúa ampliando su trayectoria en el arte latinoamericano. En esta ocasión, lo hace a través de “Un posible jardín”, su nueva exposición en la que explora la dualidad de la naturaleza y de la belleza a partir de distintos tipos de flores. La exhibición se encuentra en Casa Siza, Ciudad de México, y cuenta con la colaboración de Galería Saenger.
El autor
Javier Peláez nació en Ciudad de México en 1976. Es egresado de la carrera de Arquitectura por la Universidad La Salle. Sin embargo, desde hace más de 20 años que es conocido por sus trabajos como artista plástico y visual.
Sus principales medios de exploración son la pintura y el dibujo. Ha participado en numerosas exposiciones, tanto individuales como colectivas, en México y en otros países del mundo.
Algunas de las más recientes son “Reconfiguraciones” (Museo de Arte de Sonora, 2020), “Al borde de un pliegue”, (Galería de Arte Antonio López Sáenz, 2021) y “Blue Lotus” (Galería Saenger, 2024).
En la actualidad se encuentra presentando “Un posible jardín”, su nueva exposición individual. La misma fue inaugurada el 7 de noviembre y se podrá visitar hasta el día 30 del mismo mes en Casa Siza, con colaboración de Galería Saenger.
Las claves de la exposición
“Un posible jardín” presenta algunos de los temas recurrentes de la obra de Peláez, aunque abordados desde una perspectiva actual.
Con la curaduría de Christian Barragán, la exposición comprende un total de 9 conjuntos, cada uno de ellos integrado por hasta 16 obras.
Las flores son las grandes protagonistas de la muestra. Peláez recrea el lirio, el crisantemo, la dama de noche, el iris negro, la amapola, las daturas y la azalea.
A simple vista, se aprecia su belleza y su hermosura. Sin embargo, también se percibe su esencia compleja, en la que el peligro y el misterio se presentan de forma latente.
La clave se encuentra en la composición química de las flores. Algunas son tóxicas, venenosas. Otras son utilizadas como drogas recreativas. Un caso especial es el de la amapola, que contiene elementos que son usados para la fabricación de derivados de la morfina y el opio.
Una experiencia singular
Uno de los conceptos centrales de la exposición radica en el contraste entre el potencial de belleza y de peligro que se encuentra en cada flor.
La idea pone en tensión a los espectadores y los ubica en un rol activo. De la misma manera en que el artista se sumerge en la dualidad de la belleza que atrae y de la amenaza que acecha, la audiencia es atraída por los misterios de la naturaleza.
La exposición funciona como jardín pictórico que transmite paz y armonía. A modo de extrapolación, incomoda e invita a preguntarse sobre lo complejo de la belleza y los elementos que se encuentran en la misma y pueden no resultar sanadores.
La palabra del autor
Javier Peláez explica que las flores constituyen uno de los pilares de su trabajo. Y recuerda que empezó a pintarlas hace unos 12 años.
Remarca que su perspectiva en la actualidad se vincula más con la deconstrucción y la desarticulación. En otras palabras, se interesa en desarmar los componentes clave de la flor para luego construir una versión distinta.
Por otra parte, enfatiza que aprecia la naturaleza a la distancia, no en medio de ella, sino a partir de la experiencia de vivir en la gran ciudad. Y describe la belleza como una superficie pantanosa, algo que se encuentra presente en los cuestionamientos propios de la exposición.
Una invitación especial
Meses atrás, Casa Siza albergó una exposición de Alain Urrutia, destacado artista español que nació en Bilbao en 1981.
En aquella oportunidad, la muestra de Urrutia contó con la presencia de una obra de Peláez. Ahora, el artista mexicano devuelve las gentilezas y le da un lugar en su exposición al español.
Pero la presencia de una obra de Urrutia en “Un posible jardín” es mucho más que una devolución de favores. El intercambio genera una conversación visual que amplía el sentido para las exhibiciones de ambos artistas. Además, posiciona a Casa Siza como un espacio de diálogo artístico internacional.