La performance en el arte latinoamericano

Algunos de los precursores de la performance en América Latina son Alejandro Jodorowsky, Flávio de Carvalho, Alberto Greco y Edgardo Antonio Vigo. En la actualidad, la disciplina artística se caracteriza por un nuevo acercamiento con el movimiento feminista.

La performance encuentra en el arte latinoamericano una de sus expresiones más singulares. Como arte de acción que se vale del cuerpo como instrumento expresivo, se destaca en la región por su carácter contestatario y por su sentido político no partidario. La inestabilidad política y económica y las desigualdades sociales son algunos de los factores que explican los alcances de la disciplina artística en el continente.

Los pilares de la performance

Clemente Padín, destacado artista uruguayo nacido en 1939, define la performance como un arte de acción que se vale del cuerpo como elemento expresivo. 

Es un arte de expresión escénica que está determinado por una conjunción única entre lo espacial y lo temporal. No cuenta con limitaciones de tiempo y espacio. Por lo contrario, estos responden a las distintas propuestas de los artistas.

El cuerpo es el instrumento expresivo fundamental de la performance, pero no es su único elemento. La disciplina artística, para desarrollarse como tal, requiere de la combinación de 3 agentes inseparables: el propio performer, la propuesta que despliega en escena y el público.

El soporte elegido también es clave y da lugar a distintas categorías. Algunas de las más destacadas son la performance poética, la instalación cum performance y el video performance.

Un tipo de arte contestatario

Si bien podrían encontrarse elementos constitutivos de la disciplina en décadas anteriores, la performance logra su consolidación como género artístico en los años 60.

Padín sostiene que, desde sus comienzos, la performance se mostró como un arte marginal y contestatario, underground y alternativo. Desde un primer momento se posicionó en los márgenes del mercado del arte. Y nunca renunció a su condición de expresión radical, de arte de denuncia.

Se destaca por su sentido político no partidario. En la actualidad es un género que se encuentra establecido y que cuenta con la legitimación del sistema artístico, al menos en comparación con décadas anteriores. 

A pesar de esto, la performance no deja de cuestionar las convenciones del sistema social y artístico. En este sentido, y a pesar de la legitimación con la que cuenta, mantiene la esencia “marginal” de sus inicios. 

La performance en Latinoamérica

Las condiciones sociopolíticas propias de América Latina permitieron que la performance encuentre en la región un sitio fértil para la creación, para la diversidad de propuestas y la originalidad.

Algunos de los precursores en la región son el chileno Alejandro Jodorowsky, el brasileño Flávio de Carvalho, el argentino Alberto Greco y el uruguayo Edgardo Antonio Vigo. El propio Clemente Padín, reconocido poeta, también se desarrolló como performer.

En su condición de manifestación artística multidisciplinaria, la performance se vincula de forma estrecha con el happening. Esta técnica performática se destaca por la participación que le da al público, por ubicarlo en un rol activo, estimulando su intervención a través de propuestas lúdicas y contenido crítico a los cánones sociales.

A lo largo de las décadas, la performance ha experimentado momentos de mayor y menor protagonismo en el campo del quehacer artístico. Uno de sus resurgimientos en Latinoamérica se dio en los 2000, cuando los artistas de la región apelaron a la disciplina para cuestionar el estado de la conciencia social en tiempos en que el neoliberalismo incrementaba la indiferencia y la desigualdad.

El vínculo con el feminismo

La relación entre performance y feminismo no es reciente. De hecho, podría ubicarse en los orígenes mismos de la técnica artística, ya que se sitúa en la década de 1960 y por lo tanto coincide con la tercera ola del movimiento por los derechos de las mujeres.

El vínculo se mantiene. Las temáticas feministas son de las que mayor resonancia generan en las expresiones performáticas actuales, en parte debido a la nueva ola del movimiento que tiene lugar en el siglo XXI.

A través del feminismo, la performance demuestra su esencia contestataria y el potencial del arte para poner en evidencia desigualdades de diversa índole. Además, refleja otra característica fundamental, tanto de la disciplina como del arte en sí: la capacidad de poner en primer plano cuestiones profundas y propias del presente.

More From Author

Quién es Varinia Brodsky, la directora del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile

Irina García, todo sobre la última exposición individual de la artista ecuatoriana