Leopol Mones Cazón es cofundador y expresidente de Meridiano, la Cámara Argentina de Galerías de Arte Contemporáneo. Surgió como un proyecto de pocos y ahora reúne a más de 70 espacios de todo el país.
Isla Flotante es una de las galerías más importantes del arte latinoamericano contemporáneo. Nació en Buenos Aires y ahora tiene además una sede en San Pablo. Uno de sus directores es Leopol Mones Cazón. El argentino brinda las claves del espacio que encabeza y explica por qué cree que la transformación y el crecimiento solo es posible de forma colectiva.
De la ingeniería al arte
Isla Flotante surgió en 2012 como un espacio autogestionado por artistas contemporáneos de Argentina. El grupo tenía un taller y además realizaba actividades como exposiciones, reuniones y fiestas, lo que fue generando una comunidad.
Fue así como Leopol José María Mones Cazón llegó al espacio. Para el 2013 ya era el director de la galería, rol que sigue desempeñando a la par con su socio Nani Lamarque.
Guillermo Garat señala lo singular que fue la llegada de Leopol Mones al sistema del arte contemporáneo. El argentino nacido en 1983 estudió Ingeniería Agronómica y trabajó en el rubro durante muchos años, incluso cuando ya dirigía la galería.
Pero de alguna manera Mones Cazón siempre estuvo ligado al arte. Siempre tuvo un interés en distintas formas de expresión artística. Y tuvo una aproximación particular al mundo de las artes escénicas.
El camino a la profesionalización
Bajo la dirección de Leopol Mones y Nani Lamarque, la galería Isla Flotante creció de forma sostenida y se consolidó como uno de los espacios culturales más renombrados del arte latinoamericano.
Tiene su sede central en Buenos Aires y hace poco abrió una en San Pablo, Brasil. El logro fue posible gracias al trabajo realizado en el plano internacional y a la representación de artistas brasileros.
La galería apuesta desde sus inicios por las ferias de arte. Comenzó con presencia argentina en arteba y llegó a participar de algunas de las más icónicas de la escena global, entre ellas ARCO, Art Basel Miami y Art Basel Basilea.
Guillermo Garat destaca lo que implica alcanzar esto para un equipo autogestivo e independiente, que se hizo desde 0. Los recursos económicos que se necesitan son considerables. Para cubrir los precios de alquiler de stands y además por todo lo que conlleva movilizarse a otro país (viajes, estadías, comidas y más).
Para Leopol Mones, el esfuerzo por darse a conocer en el plano internacional vale la pena. Es clave para posicionar a la galería, para darle un nombre y para construir redes de alianza que permitan continuar con la expansión a futuro.
La línea de Isla Flotante
Leopol explica que el estilo de la galería refleja un posicionamiento ante la realidad y el mundo. El espacio busca cuestionar ciertos aspectos del sistema establecido. Y lo hace con una voluntad mejoradora, aportando las herramientas necesarias para una transformación.
El objetivo es cambiar para bien. Es lo que se propone la galería como tal y lo que buscan en los artistas que representan. La idea de las acciones es visibilizar determinados estados de situación, entre ellos la precarización propia del sistema del arte en Argentina y América Latina.
Con los artistas representados se busca además continuar con la línea de comunidad con la que surgió la galería. Mones Cazón afirma que es clave el sentimiento de paridad entre directores y artistas, y también con curadores y coleccionistas.
El desafío es difícil pero posible. La premisa fundamental es el trabajo en conjunto, la transformación a partir de lo colectivo. El crecimiento de los artistas representados lleva a la expansión de la galería, y viceversa.
Vender arte
Guillermo Garat sostiene que el mercado de arte en Argentina ayuda al crecimiento y a la consolidación de espacios como Isla Flotante. A pesar de las adversidades económicas, el apoyo se mantiene estable.
Leopol coincide y explica que en el país hay muchos coleccionistas interesados. Tanto en la producción local como en el arte latinoamericano en general.
El galerista agrega además una perspectiva singular. Afirma que vender arte excede la simple venta comercial de objetos. Es algo que se inscribe en un plano simbólico y también comunitario, que genera vínculos humanos que dan como resultado una red de sostén necesaria para hacer frente a las adversidades.