Martinat comparte que no le interesa trabajar con códigos muy complejos que cierren el arte a un público intelectual. Por lo contrario, sostiene que busca un arte que pueda ser leído por todo el mundo.
José Carlos Martinat es una de las figuras más eclécticas del arte latinoamericano. Es autor de una obra que combina diversas expresiones artísticas y materialidades, y que aborda diferentes temáticas. Lo social y lo político es el eje que atraviesa toda su trayectoria. Partidario del apropiacionismo, genera sentido a partir de la reinvención y reinterpretación de lo ya existente.
Un artista autodidacta
José Carlos Martinat nació en 1974 en Lima, Perú. De joven, estudió diseño gráfico publicitario. Completó la carrera, pero nunca trabajó en esto. Se dio cuenta de que no era lo que le gustaba y optó por cambiar de rumbo.
Finalizada la carrera, comenzó a realizar cursos de fotografía. Lo hizo en espacios no académicos, formándose más de manera autodidacta, lo que le permitió abordar la disciplina desde una perspectiva más experimental.
Él mismo reconoce que la fotografía constituye su ingreso formal al mundo del arte. Produjo sus primeras obras de la mano de esta expresión y pronto comenzó a experimentar con nuevos medios.
Un artista arriesgado
Guillermo Garat sostiene que Martinat es uno de los artistas más internacionales de Perú. Exhibió de forma individual y colectiva en diversos países. Su obra se encuentra en instituciones prestigiosas como el Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.
El especialista también define a José Carlos como un artista arriesgado. En el sentido de que sus obras cuestionan el orden político, económico y social de muchos países, ante todo los latinoamericanos.
Son piezas que invitan a la reflexión por diversos motivos. Uno de ellos se encuentra en las temáticas que presentan las obras. Otro responde a la versatilidad del autor, a la multiplicidad de técnicas, materialidades y abordajes con los que lleva a cabo su tarea.
Política, arte y artista
José Carlos Martinat confiesa que no se considera a sí mismo un artista político. Lo que, en su opinión, no quiere decir que su producción artística no sea política.
Dice que su búsqueda es simple. Trata de analizar lo que ocurre en un momento y en un lugar determinado. Presta atención para identificar las temáticas pertinentes de las cuales amerita hablar.
El artista peruano considera que el arte como simple ejercicio estético es algo superficial. Lo dice remarcando que se trata de su visión, de su caso. Es decir, evitando deslegitimar a quienes no siguen sus pasos.
Su obra es cambiante, pero en el fondo presenta una línea que la atraviesa por completo. Esa línea consiste en el reflejo de un contexto, de lo que ocurre en el lugar y en el momento en el que el artista produce su obra.
De hecho, Martinat produce teniendo en cuenta el sitio en el que la obra será exhibida. Su objetivo es generar un diálogo concreto con el entorno. Y para esto investiga el contexto, las circunstancias económicas, sociales y políticas de los países de exhibición.
Apropiacionismo y polémicas
Guillermo Garat explica que José Carlos Martinat también es conocido por ser un artista que incorpora prácticas propias del apropiacionismo. Lo que generó en su momento, y aún genera, debates y polémicas en torno a nociones tales como la de autoría en el arte.
Hacia el 2010, Martinat estaba obsesionado con las pintadas políticas callejeras que abundaban en Perú. Junto a colaboradores, desarrolló una técnica para extraer estos murales. Al principio, tomó las letras y las palabras obtenidas y las reordenó creando oraciones que cuestionaban el contexto político y social del momento.
Al poco tiempo expandió sus horizontes. Comenzó a aplicar la técnica en graffitis callejeros. Se involucró con el mundo del street art. Su idea era problematizar la noción de espacio público y también invertir ciertos roles. Buscaba llevar el arte no comercial al mundo comercial, exhibiendo estos graffitis en espacios legitimados como museos y galerías.
Tuvo problemas en más de una ocasión. Fue perseguido en las calles mientras aplicaba su técnica y también boicoteado en el marco de sus exhibiciones.
Guillermo Garat recuerda un caso en particular, el que vivió en 2010 en una galería de Buenos Aires. En aquella oportunidad, un grupo de graffiteros ingresaron al lugar el mismo día de la inauguración. Lo hicieron con extintores, aerosoles y demás. Martinat agrega que parecía una performance. Y que lo sucedido dio cuenta de un fenómeno complejo, el de la relación que existe entre espacio, contexto y las personas que viven en ese espacio.