La exposición retrospectiva de Antonia Eiriz coincide con el 30° aniversario de la muerte de la pintora. Falleció el 9 de marzo de 1995 en Miami, ciudad en la que se había instalado años antes tras conseguir el permiso de migración por parte del gobierno cubano.
El arte latinoamericano celebra a Antonia Eiriz con una importante exposición retrospectiva. La muestra tiene lugar en el Museo Americano de la Diáspora Cubana de Estados Unidos. Recorre lo mejor de la obra de la pintora y destaca su figura como artista comprometida con la realidad social de tu tiempo y como visionaria cuyas creaciones trascienden el tiempo y el espacio.
Una vida sin igual
Antonia Eiriz nació el 1 de abril de 1929 en La Habana, Cuba. A lo largo de su vida, se destacó en la pintura, pero también se desempeñó en el grabado, el ensamblaje y el dibujo, entre otras manifestaciones artísticas.
Se vinculó al arte desde muy joven. A los 22 años, comenzó a estudiar Bellas Artes en la Escuela Nacional de Artes Plásticas ‘San Alejandro’, de la capital cubana. A los 23, tuvo su primera exposición colectiva, la cual fue encabezada por su mentor, Guido Llinás.
También ejerció la docencia. Fue profesora en la Escuela Nacional de Instructores de Arte y en la Escuela Nacional de Arte, ambas en su ciudad natal. Además dio clases particulares y fue mentora de artistas emergentes durante décadas.
Eiriz y la Revolución Cubana
Guillermo Garat sostiene que Antonia Eiriz fue artista y que también se destacó como intelectual y librepensadora. Y explica que, a través de sus creaciones, la pintora retrató la realidad social, política e histórica de su país y su pueblo.
El punto de quiebre entre ella y el gobierno encabezado por Fidel Castro se dio a fines de los años 60, cuando una de sus obras más trascendentes hizo que se la considerara una disidente.
Eiriz abandonó la pintura y se alejó de los círculos artísticos que integraba, en los que ocupaba un lugar central. Pasó a dedicarse a las artesanías y a las clases particulares de artistas que acudían a ella para aprender y recibir asesoramiento.
Antonia vivió en Cuba hasta 1990. Logró migrar hacia Estados Unidos cuando el gobierno cubano le dio el permiso oficial, el cual le fue otorgado por su delicado estado de salud.
En Miami, la artista cubana volvió a pintar. Intentó recuperar el tiempo perdido y se propuso pintar un cuadro por cada año en el que se sintió silenciada. Así lo hizo hasta que murió a los 65 años.
En el ojo de la sibila
El Museo Americano de la Diáspora Cubana de Estados Unidos organizó una exposición retrospectiva que coincide con el 30° aniversario del fallecimiento de Antonia. La muestra se inauguró en diciembre del año pasado y podrá ser visitada hasta el mes de abril.
Se llama “En el ojo de la sibila” y el nombre responde a un ensayo que escribió la crítica de arte Janet Batet, quien también es la responsable de la curaduría de la exposición.
En su texto, Batet presenta a Antonia como una artista cuya obra presenta de forma crítica la realidad de su tiempo. También la describe como una figura oracular, y por eso la extrapolación con la Sibila mitológica.
Guillermo Garat coincide con la visión de Eiriz como artista adelantada a su tiempo. Sostiene que sus creaciones proponían en su momento una reflexión en tiempo presente. Y que además presentaban una advertencia sobre el rumbo que podrían tomar los acontecimientos como consecuencia de la violencia, la represión y las luchas ideológicas.
La exposición dedicada a Antonia Eiriz está compuesta por 20 obras que la artista creó entre los años 60 y 90. Es posible gracias a la colaboración de la galería Latin Art Core y de coleccionistas privados, quienes pusieron a disposición las piezas.
“En el ojo de la sibila” es un homenaje merecido a Eiriz en el 30° aniversario de su muerte. También es la prueba de la vigencia que mantiene su obra y ella misma como artista. Y una celebración del poder del arte como medio de resistencia y de honestidad humana.