El videoarte surgió a finales de la década del 70, con el auge de las cámaras grabadoras portátiles. Logró adaptarse a la evolución de la tecnología y superó con éxito la transición del formato analógico al digital.
Para el arte latinoamericano, el videoarte representa una de las expresiones más disruptivas y singulares de las últimas décadas. Recurre a lo audiovisual a partir de lenguajes y estéticas que difieren del cine y la televisión. En la región, su surgimiento estuvo ligado a una actitud contestataria por parte de los artistas. A partir de los años 90, adquirió un reconocimiento por parte de las instituciones que no había tenido en sus comienzos.
Definición y contexto
El videoarte es reconocido a grandes rasgos como una forma de expresión artística que recurre a la tecnología audiovisual como medio y formato de comunicación.
Luz Viajera Colectivo hace énfasis en la necesidad de distinguir videoarte de cualquier simple pieza o grabación audiovisual. La clave del primero se encuentra en la presencia de una propuesta crítica y estética, y en la intención de generar un diálogo sensible y significativo con una audiencia.
Surgió a finales de los años 70, con la aparición de las grabadoras portátiles de video, que democratizó el acceso de las personas al registro audiovisual de la vida cotidiana.
Como hecho artístico, tiene sus primeras manifestaciones en Europa y en los Estados Unidos. La llegada a Latinoamérica se dio más tarde por las dificultades de acceso a la por entonces incipiente tecnología.
El contexto social y político también era distinto: la región se encontraba atravesando dictaduras, represión, censura y demás. Esto llevó a que el videoarte en Latinoamérica adquiriera una dimensión singular y única en el mundo, representada por artistas contestatarios que denunciaban la realidad de sus países a través de sus creaciones.
Carácter transgresor
El videoarte como forma de expresión responde también al contexto artístico de la época. En especial, a la transición del arte moderno al contemporáneo.
La diferencia con otros medios audiovisuales como el cine y la televisión radicó en la búsqueda de nuevos lenguajes y estéticas. Para los artistas, el videoarte representó un espacio amplio para la experimentación, y una libertad de expresión total en cuanto técnicas y medios para la producción.
Se trata de una experimentación híbrida, en la que los límites no están bien definidos y se entrelazan. Los medios y los lenguajes artísticos se combinan y el resultado es un contenido interdisciplinario que abre interrogantes en relación a la definición del arte.
También hay un fuerte carácter transgresor. La aparición de un nuevo medio o tecnología no implica un suceso artístico de por sí. El fenómeno tiene lugar cuando los artistas ejercen un acto de ruptura con lo tradicional, con las formas conocidas. Y hacen de las novedades tecnológicas un medio oportuno para la expresión.
El videoarte en la actualidad
Si la aparición de las grabadoras portátiles permitió que una gran cantidad de personas pudiera registrar sus vidas cotidianas, el videoarte democratizó las posibilidades artísticas de lo audiovisual.
Esta tendencia se mantiene incluso en la actualidad, época en la que el formato analógico se encuentra en desuso y en la que lo digital ejerce el protagonismo.
Como corriente o movimiento “underground”, el videoarte nunca gozó de una gran difusión, incluso dentro de los circuitos artísticos.
Recién en los años 90 comenzó a recibir reconocimiento por parte de las instituciones. La validación por parte del sistema generó cierta transformación en esta forma de expresión. El componente de resistencia que caracterizó sus comienzos en Latinoamérica disminuyó y dio lugar a otras manifestaciones.
En la actualidad, el videoarte se inscribe en un contexto de protagonismo de lo audiovisual, marcado por fenómenos tales como la omnipresencia de las redes sociales y de nuevos formatos como el streaming.
Su vigencia, sin embargo, se encuentra en algunas características que definen su esencia. La experimentación, la búsqueda e integración de lenguajes disruptivos, la propuesta estética y el diálogo sensible con la audiencia son algunas de ellas.
El componente de resistencia también se mantiene presente, aunque quizás no a través de los mismos temas que antes. La violencia, el consumismo, las disidencias sexuales y las desigualdades de género son algunas de las cuestiones propias del videoarte actual.