Glenda León le da una importancia fundamental a los títulos de sus obras. Considera que funcionan como puente entre el contenido de la obra y el espectador, que brindan información que ayudan a la comprensión de la pieza.
Glenda León se destaca en el mundo del arte latinoamericano por ser una artista en evolución constante. Trabaja con diversas disciplinas y materialidades. Nació en Cuba, pasó por Alemania y ahora reside en España. Piensa que el rol del artista es cambiar el mundo y cree que las obras deben aportar optimismo y esperanza para los espectadores.
Comienzos y formación
Glenda León nació en La Habana, Cuba, en 1976. Lo hizo en el marco de una familia vinculada al arte. Su padre era pintor y su madre trabajaba como editora de cine.
Desde pequeña se sintió interesada por la danza. En una entrevista, la propia Glenda confiesa que fue su primera inclinación artística. Una serie de circunstancias la llevaron a ingresar a los 12 años en una escuela de artes plásticas. Pero igual continuó con su sueño de ser coreógrafa.
Todo cambió para ella cuando se dio cuenta de que sus ideas coreográficas eran en realidad imágenes visuales y no secuencias de movimientos de danza. Fue entonces cuando se inscribió en la Universidad de La Habana para estudiar Historia del Arte.
Egresó con una tesis sobre performance, trabajo que logró publicar en el libro “La condición performática”. Luego realizó una maestría sobre Nuevos Medios en Colonia, Alemania.
Música, silencio y evolución espiritual
Guillermo Garat sostiene que la formación de Glenda León aporta claves para comprender su esencia como artista y las características de su obra. Se refiere en especial a la versatilidad de la cubana, quien trabaja con performance, video, fotografía y objetos, entre otras disciplinas.
El especialista también destaca el espíritu curioso de la cubana, su tendencia a experimentar. Glenda León es una artista en evolución constante. Todas sus obras tienen un núcleo en común, pero por lo demás siguen caminos diferentes.
Algunos de los elementos y temáticas en común son el sonido, el silencio y la relación entre el ser humano y la naturaleza. La propia León confiesa que la idea de evolución espiritual es otra de las cuestiones que están presentes desde sus comienzos como artista.
La cubana nacida en 1976 indica que el silencio se relaciona de manera directa con la idea de evolución espiritual. Según ella, es el silencio interno lo que posibilita ese crecimiento, esa expansión. Se trata de una condición que permite aquietar el ruido de la mente, y así poder escuchar, conectar con el entorno y abrirse hacia afuera.
El sonido es otra de sus pasiones y otro de los elementos constitutivos de su obra. Glenda considera que la música es la manifestación artística superior, y agrega que es mucho más poderosa que cualquier tipo de arte visual.
El artista debe cambiar el mundo
De visita en Arte en Diálogo, el podcast que conduce Lorena Pérez-Jácome, Glenda León compartió algunas claves de la manera en que concibe el quehacer artístico.
Considera que el rol del artista es cambiar el mundo. Lo piensa en una escala moderada, más bien teniendo en cuenta los efectos que una obra y un artista generan en los espectadores.
Glenda afirma que lo que hace un artista al crear una obra es aportar algo al mundo. Y agrega que, como creadora, se pregunta algo muy simple, que es para qué agregar más tragedia y sufrimiento a la realidad de los seres humanos.
Guillermo Garat define el posicionamiento de León como constructivo. Dice que la cubana se diferencia de otros artistas que crean desde la queja, el grito y el ruido. Por eso la presencia del silencio y sonidos musicales en sus obras.
Para Glenda, cambiar el mundo se trata de darle al espectador una dosis de optimismo, por más mínima que sea. De generar interrogantes y posibilitar cambios que lleven a una evolución espiritual.
Su mirada del arte actual
La mirada crítica de la artista cubana se centra en uno de los pilares del arte contemporáneo, el de la curaduría.
Glenda León sostiene que hoy muchos curadores tienen un rol más importante que el artista. Y que no debe ser así, ya que no hay arte sin artista ni creador.
Agrega que la curaduría actual, en los circuitos hegemónicos y en el mercado, es una actividad guiada por el dinero. Y cree que, cuando el arte se vincula demasiado con lo económico, se acaba la creatividad.
Recomienda entonces a los artistas jóvenes que no piensen en el dinero. Que sean fieles a sí mismos y que creen sin seguir ningún tipo de moda.