Olinda Silvano se destaca en el kené, un arte ancestral de carácter geométrico que se inspira en experiencias vividas con plantas medicinales.
El arte latinoamericano se destaca en la escena contemporánea mundial por la presencia de expresiones singulares como el arte amazónico y el indígena. Olinda Silvano es una de sus mayores exponentes. Nació en un pueblo de Perú y trascendió a nivel global con una producción que refleja sus orígenes y la identidad de su comunidad. Sus textiles y murales son a su vez un símbolo de resiliencia ancestral y sanación.
Los orígenes
Olinda Silvano es oriunda del pueblo shipibo-konibo, de Paoyhan, una comunidad amazónica de unos 2 mil habitantes del centro – norte de Perú.
Su vinculación con el arte se dio a una edad muy temprana. A los 2 años ya le gustaba pintar. Lo hacía con los dedos y usando materialidades de la naturaleza que luego se desvanecían con la lluvia y otros fenómenos similares.
Su familia era muy pobre. Ella recuerda que debía hacer intercambios para obtener materiales. Daba huevos, gallinas y bananas, entre otras cosas, a cambio de cuadernos y telas.
A los 9 años vendió su primera obra. Una tela. Con el dinero obtenido, Olinda compró materiales para seguir creando. Por esto la artista remarca la importancia de comprar obras a los artistas emergentes. Según ella, es un gran incentivo para que continúen produciendo.
La migración
Guillermo Garat considera que la llegada de Silvano a Lima es uno de los episodios fundamentales de su vida, una de las claves para su consolidación como artista. Olinda quería emigrar buscando mejores condiciones de vida. Su idea era llevar su arte a Iquitos. Pero por un familiar terminó instalándose en la capital peruana.
La artista logró ciertas mejoras económicas en su vida. Pero también se vio expuesta a algunos de los mayores males de las sociedades, como lo son el racismo, la discriminación y la violencia de género.
Su arte es considerado un símbolo de resiliencia por su propia historia personal y por sus orígenes. Por las realidades propias de las comunidades indígenas y amazónicas de Latinoamérica. Olinda Silvano mantiene viva la memoria ancestral de su pueblo y la expande hacia nuevos horizontes.
Guillermo Garat y el kené
El especialista opina que el tipo de expresión artística que practica Olinda implica un acto estético, de memoria y al mismo tiempo sanador.
El kené se encuentra vinculado de forma estrecha con la espiritualidad que el pueblo shipibo-konibo experimenta a partir del uso de medicinas tradicionales provenientes de la naturaleza.
Las experiencias sensoriales, espirituales e intuitivas que generan las plantas medicinales se presentan bajo la forma de visiones de diseños geométricos. Olinda toma este conocimiento y lo transmite a través de textiles y murales.
Su trabajo la llevó a convertirse en una de las mujeres más influyentes de Perú. Pero preserva el espíritu comunitario y ejerce el kené con sus compañeras del Colectivo Mujeres Muralistas Shipibo-Konibo de Cantagallo.
El sistema del arte y la cuestión indígena
El arte contemporáneo le está otorgando una visibilidad a las expresiones artísticas de las comunidades indígenas y amazónicas que antes no tenían. El sistema demuestra un interés en darles lugar y en escucharlas, lo que genera una serie de debates de diversa índole.
Para algunos se trata de un avance en términos de inclusión, igualdad y representatividad. Para otros, el fenómeno es resultado de una tendencia de mercado. También hay especialistas que se centran en los efectos que genera el cruce cultural de lo indígena, lo amazónico, y lo globalizado.
Guillermo Garat entiende que Olinda Silvano se sobrepone a cualquier tipo de consecuencia negativa que resulte del vínculo entre el arte amazónico y el sistema. Que es hija de la resiliencia de los pueblos indígenas, y que por lo tanto avanza frente a cualquier adversidad.
Pero para Silvano hay algo que evidencia que aún queda mucho por hacer. La artista amazónica asegura que la desigualdad persiste y que se aprecia en el valor económico de las obras.
Dice que muchas veces le reducen el precio solo por el hecho de ser amazónica. Que otros artistas, los hegemónicos, ganan más incluso trabajando menos y con obras de menor valor estético. Y agrega que su trabajo vale y que es consciente de que su arte es bueno y bello.