Gafas de sol rosas sobre fondo amarillo con plumas azules

Qué se usa ahora en gafas de sol y por qué todo el mundo tiene las mismas

Si uno presta atención a lo que se ve en la calle, en redes o en cualquier festival, hay algo que salta a la vista: casi todos usan el mismo estilo de gafas. No es que sean exactamente iguales, pero hay una lógica que se repite. Marcos finitos, rectangulares, o por el contrario, bien grandes y redondeados. Colores fuertes o totalmente negros. Pero siempre con ese detalle que las hace parecer “las de moda”.

Esto no es casual. Hay un circuito que mezcla lo que se muestra en las pasarelas, lo que hacen influencers con millones de seguidores y lo que las marcas necesitan vender. Así, se genera una especie de molde: modelos que empiezan siendo exclusivos y, en poco tiempo, se multiplican en versiones más accesibles. De ahí que muchas personas terminen usando algo muy parecido, incluso sin darse cuenta.

Las redes y las pantallas marcan el ritmo

Durante mucho tiempo, las colecciones de las grandes marcas dictaban qué iba a usarse en cada temporada. Eso todavía existe, pero hoy son las redes las que deciden qué diseño se impone.

Esto genera un efecto dominó. No solo las marcas grandes se adaptan a ese modelo, sino también los fabricantes más chicos, los puestos callejeros y hasta los negocios que antes vendían otro tipo de cosas. Lo que aparece en Instagram o en TikTok termina en cualquier lugar donde se vendan gafas.

Otra cosa que empuja a que todos usen las mismas gafas es cómo se ven en fotos y videos. Muchos de los modelos más usados tienen colores llamativos, lentes con efecto espejo o marcos gruesos que resaltan. No siempre son cómodos, ni protegen bien del sol, pero quedan bien en cámara.

Esto hace que algunos diseños se elijan más por estética que por función. Y como la mayoría de las plataformas prioriza lo visual, los modelos que más destacan ahí son los que más se venden. Aunque tengan poca vida útil o no combinen con todo.

El efecto uniforme en la moda callejera

Aunque haya miles de modelos en el mercado, la lógica actual hace que lo que más se vea sean solo unos pocos diseños. Esto genera una especie de uniformidad en el espacio público. Es algo que también pasa con zapatillas o con ciertos tipos de bolsos, pero en el caso de las gafas se nota más porque están a la altura de los ojos y se usan en la cara.

Lo que sorprende es que muchas personas que no siguen tendencias igual terminan usando modelos muy similares. A veces porque los venden en todos lados, otras porque alguien de su entorno ya los tiene. También hay una parte aspiracional: usar lo que usan “los que saben” o “los que pueden”

La diferencia entre parecer original y serlo

Algunos intentan romper con eso y buscan modelos que no se ven tanto. Gafas vintage, diseños raros, combinaciones de colores poco comunes. Pero incluso en ese intento de diferenciarse, a veces caen en otra moda. Porque lo “raro” también se vuelve tendencia cuando se repite lo suficiente.

En el fondo, el problema no es que todos usen lo mismo. El tema es que muchas veces se elige sin pensar si eso realmente va con la cara de uno, si es cómodo, si sirve para el sol o si simplemente se compra por inercia. Y cuando esa lógica se impone, la variedad que parece haber se vuelve pura decoración.

Las modas no duran, pero los moldes sí

Aunque los modelos cambian cada temporada, la lógica que los sostiene se repite. Las gafas que se imponen suelen tener una característica muy marcada: son fáciles de copiar. Las marcas grandes lo saben y muchas veces diseñan pensando en eso. No se trata solo de que el modelo guste, sino de que pueda reproducirse rápido y sin perder su impacto visual.

Por eso muchos diseños actuales parecen pensados para durar poco, pero multiplicarse mucho. Son modelos llamativos, pero simples de producir. En ese punto, las gafas se parecen más a un producto viral que a un accesorio duradero. Esto también explica por qué, más allá de los colores o de la forma exacta, la sensación de “estar viendo siempre lo mismo” se repite.

Entre la elección personal y el efecto manada

Hay algo que pasa casi sin que uno lo note. Una persona ve una gafa, le gusta, la busca, la compra y la usa. Piensa que fue una decisión personal, pero en realidad hubo una cadena enorme de referencias previas: lo que mostró alguien en redes, lo que se ve en la calle, lo que ofrecía el local. La sensación de elegir libremente se mezcla con una especie de empuje colectivo que va marcando el camino.

Eso no quiere decir que esté mal seguir una tendencia. Pero sí deja en evidencia cómo ciertos diseños se imponen más por repetición que por gusto real. Y cuando muchos eligen lo mismo por razones parecidas, el resultado es ese efecto de que todo el mundo tiene las mismas gafas, aunque cada uno crea que fue una decisión individual.

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